Asegurar el auto, una odisea juvenil
Perjudicado por el estereotipo de que cuanta menos experiencia, peor conducción y mayor riesgo de accidentes, las pólizas ofrecidas a los millennials son tradicionalmente más caras que otras. En contra de esta idea, algunas empresas comienzan a buscar opciones para ellos.
Los jóvenes fueron un segmento perjudicado tradicionalmente por un estereotipo que encarece sus pólizas: cuanta menos experiencia, peor conducción y mayor riesgo de sufrir accidentes. En contra de esta idea, algunas empresas comienzan a buscar opciones alternativas para atender a la generación millennial en un contexto económico en el que ni siquiera los seguros resisten a la uberización.
Según Cesvi Argentina, el grupo que se encuentra entre los 19 y los 30 años acapara, en el país, el 38,9% de las lesiones graves al volante; se trata del bloque etario con más siniestralidad. Además, la Fundación Mapfre identifica las distracciones, el exceso de velocidad y el consumo de alcohol como las principales causas de este fenómeno. Dicho de otro modo, un joven, por sus hábitos, tiene más probabilidades de sufrir un accidente al conducir por una carretera que un adulto, de acuerdo con las estadísticas.
Estos datos no son desconocidos para el sector, que se vio forzado a subir las primas del segmento por un perfil de riesgo mayor. 123Seguro ofrece la posibilidad de comparar de antemano las tarifas de diferentes aseguradoras en escenarios concretos. Por ejemplo, el precio de cubrir un Volkswagen Amarok con una póliza todo riesgo puede oscilar entre los $ 9.140 y los $ 5.900 si lo solicita una persona de 20 años o una de 45, respectivamente. Además, cuanto más joven es el cliente, menos posibilidades tiene para elegir.
Ese es el primer problema. La industria lo considera un riesgo mayor, comenta Juan Mazzini, de la consultora Celent, quien, no obstante, afirma que se están desarrollando tendencias en el mundo de las aseguradoras para definir el perfil de riesgo del conductor no por un set de factores sino por un seguimiento de su manejo real. En este sentido, según el experto, aunque las estrategias encaminadas a individualizar las pólizas todavía son incipientes en la Argentina, en el exterior hay algunos casos de éxito que pueden servir como ejemplo.
Inspiración internacional
La empresa británica Ingenie decidió insertar en los autos de sus clientes una caja negra con datos actualizados al momento, una medida especialmente pensada para el público de menor edad. A través de una aplicación móvil conectada al dispositivo, el cliente puede chequear en directo las infracciones que comete y el número de daños que sufre el vehículo, mientras que la compañía le concede descuentos de hasta el 21% en función de lo bien que maneja. Además, Ingenie revisa el precio del seguro tres veces al año y ofrece la posibilidad de ahorrar hasta 400 libras esterlinas si el usuario demostró ser un buen conductor.
En la línea de esta experiencia pionera, algunas empresas de América latina también intentan acercarse a este target. Porto Seguro, de Brasil, lanzó recientemente un programa limitado a la ciudad de San Pablo con el objetivo de monitorear, si bien de una forma más analógica que Ingenie, el comportamiento de los jóvenes en las carreteras. Pero, además de aplicar descuentos a la póliza en función del manejo, la empresa ofrece a sus clientes jóvenes dos cursos obligatorios para acceder a las ofertas especializadas. Uno es una capacitación de conducción y otro, un curso sobre conducción emocional, que muestra cómo afectan las situaciones normales del día a día al manejo.
En Perú, a su vez, Rimac cuenta con un programa a través del cual reembolsa un 30% de la tarifa inicial a aquellos usuarios que demuestran ser buenos conductores.
La clave es ir hacia un nivel individualizado, aunque manejemos el mismo vehículo, vivamos en el mismo sitio y tengamos la misma edad, en ese caso vos y yo pagaríamos lo mismo, aunque vos seas mejor conductor que yo. No es justo que vos tengas que financiar mi mal manejo, los buenos conductores subsidian a los malos, explica Mazzini.
Mapfre, que en España ya aplica un programa similar llamado YCAR, con descuentos de hasta el 40% similares a los de Rimac, se centra en la Argentina en la capacitación y la concientización sobre el manejo seguro, tal y como explica Rodolfo de Marco, su director Comercial en el país.
La mejor manera de formar conductores seguros es mostrarles los riesgos a los que se enfrentarán y cómo superarlos a través de diferentes propuestas adaptadas a cada edad, añade el ejecutivo, al tiempo que indica que fue en 2014 cuando la compañía de origen español decidió ampliar las coberturas para el segmento más joven.
Mejorar el acceso a las contrataciones
De Marco ahonda, por otra parte, en un punto fundamental para las nuevas generaciones de consumidores: la accesibilidad. Es importante acompañar a las nuevas tendencias de consumo. El incremento del uso digital es ya un hecho en el sector, argumenta a la hora de destacar el lanzamiento de un canal de e-commerce por parte de su compañía, especialmente focalizado en el sector de los seguros de automóvil.
El usuario millennial espera que los seguros funcionen como lo hace Uber o Snapchat, que sean así de simples.Demandan un servicio transparente y basado en una experiencia digital, opina, a su vez, Bruno Ferrari, CTO del comparador 123Seguro.
Para Mazzini, sin embargo, este aspecto no se cumple en el sector asegurador. Cuando vas al mundo en línea, te encontrás con que los viejos formularios que antes tenías que rellenar a mano ahora están online, pero no hay un aprovechamiento de datos existentes en la web o de tecnologías que recopilen la información automáticamente que hagan más fácil la contratación, lamenta.
Ferrari explica cómo, desde 123Seguro, han intentado aggiornarse para hablar el mismo lenguaje que el público millennial. Una de las estrategias que implementaron fue la creación de un cotizador de seguros en Facebook, una red social en donde, ahora, cuentan también con un chatbot a través de Messenger que ayuda a los usuarios con el servicio post-venta. El millennial es quien más lejano está de la burocracia. ¿Por qué tenemos que perder el tiempo haciendo papeles cuando la tecnología lo puede resolver?, cuestiona.
Mazzini, de Celent, sugiere un paso más lejano: la posibilidad de sacar una fotografía al número de patente del vehículo y, de esta manera, obtener el formulario de daños actualizado es una herramienta que, desde su perspectiva, agilizaría mucho la contratación. No es ciencia ficción, es algo que ya se está haciendo en otros segmentos, recuerda el experto.
Pólizas ad hoc
Otra de las estrategias que las empresas del rubro pueden utilizar para acercarse al segmento tradicionalmente olvidado por el seguro automotor es la creación de pólizas ad hoc, es decir, basadas en el uso o en circunstancias puntuales.
En Buenos Aires cada vez es más difícil estacionar, hay más tránsito, cuesta más aparcar y cada vez se está invirtiendo mucho más en transporte público, prosigue Mazzini. Y reflexiona: Uno podría esperar que las generaciones más jóvenes cada vez usen más el vehículo para traslados largos y menos para el día a día. En efecto, la alternativa de cotizar solo por fines de semana o por un período específico de vacaciones puede resultar efectiva para alguien que no usa el auto en su vida cotidiana.
La californiana Metromile, por ejemplo, basa su modelo de negocio en aplicar tarifas en función de la cantidad de millas que recorre el usuario, una estrategia que está especialmente pensada para aquellos que usan poco el auto y que, por lo tanto, desaprovechan las pólizas más completas.
Eso sí, tanto para el consumo por kilómetro como por momentos puntuales, es necesario que se cumpla el requisito de la accesibilidad. Porque, tal como apunta el especialista de Celent: Si cada vez que tengo que sacar un seguro de fin de semana tengo que pasar por todo el proceso de compra, es un desincentivo.
El futuro: ¿seguros por servicio?
En un escenario potencial en el que los vehículos circulan de forma autónoma, ¿cómo se dibuja el mercado del seguro? Muchas empresas de automóviles, adelantándose a lo que puede llegar en 10 o 15 años, comenzaron a pensar en su rol en el futuro como prestadoras de un servicio y no comercializadoras de un bien. Terminás teniendo un servicio como el de Uber pero sin conductor. ¿Quién va a querer ser dueño de un auto para tenerlo estacionado la gran parte del tiempo?, se pregunta Juan Mazzini, de Celent.
En un paradigma con usuarios de autos y sin propietarios, el seguro puede venir adherido al servicio y la responsabilidad por los accidentes quedar a cargo de la empresa, pronostica el experto.